FACTA, regulaciones para empresas del sector financiero
La Ley de Transacciones Crediticias Justas y Precisas de 2003 (FACTA) o Ley de Transacciones Crediticias de 2003 es una ley federal aprobada en 2003. La FACTA fue promulgada para enmendar la Ley de Informes Crediticios Justos (FCRA), la cual había sido aprobada en 1970. Una de las razones que llevaron a la modificación de la FCRA fue el gran avance tecnológico que se produjo en las décadas transcurridas desde la aprobación de la ley en 1970, ya que la FCRA se firmó en el contexto de los documentos y registros en papel. Por lo tanto, la FACTA llegó para proporcionar a los consumidores estadounidenses una mayor protección en lo que respecta a sus registros financieros, especialmente en lo referido al robo de identidad.
¿Por qué era necesaria la FACTA?
La Ley de Transacciones Crediticias Justas y Precisas de 2003 se aprobó para reformar los métodos de protección de la información de los consumidores estadounidenses. Más concretamente, por el aumento del robo de identidad en los años anteriores a 2003. Dado que el fraude por internet y el robo cibernético no eran una amenaza cuando se aprobó la FCRA en 1970, era necesario aprobar una nueva legislación para hacer frente a los problemas encontrados por los consumidores estadounidenses en el siglo veintiuno. Para ilustrar aún más este punto, la FACTA aumentó en gran medida el nivel de supervisión que los reguladores financieros, procesadores de pagos y prestamistas deben proporcionar a los consumidores estadounidenses cuando investiguen transacciones fraudulentas o sospechosas. Por otra parte, la FACTA dio a los consumidores estadounidenses la posibilidad de registrarse para recibir alertas de fraude en sus propias tarjetas de crédito, al tiempo que prohibía a las instituciones financieras imprimir la fecha de caducidad de la tarjeta de crédito de un consumidor en los recibos de las transacciones, lo que permitía a los ciudadanos adoptar un enfoque más proactivo para combatir el robo de identidad y el fraude.
Por otro lado, la FACTA permitió a los consumidores estadounidenses aprovechar los avances de la tecnología de internet y las comunicaciones. El mayor ejemplo de esto es una disposición de la FACTA que permite a los consumidores recibir acceso gratuito a sus informes de crédito una vez al año a través del sitio web www.annualcreditreport.com. Como estos sitios web no existían cuando se aprobó la FCRA en 1970, la FACTA proporcionó a los ciudadanos estadounidenses la posibilidad de acceder a sus informes crediticios desde la comodidad de sus hogares. Además, la FACTA impuso nuevos requisitos a los prestamistas hipotecarios de todo el país, exigiendo que dichas empresas hipotecarias revelaran los factores que influían en su decisión de aprobar o denegar un préstamo a un ciudadano estadounidense, como su historial o puntuación de crédito.
Además, la FACTA implantó una serie de nuevas normas y regulaciones para las instituciones financieras y los proveedores de servicios. Quizás el mayor ejemplo de estas nuevas normativas fue la creación de las Reglas de Bandera Roja. En virtud de la FACTA, las Reglas de Bandera Roja exigían que las principales compañías de tarjetas de crédito e instituciones financieras pusieran en marcha y mantuvieran programas de prevención del robo de identidad con el fin de ayudar a los consumidores estadounidenses a detectar y, en última instancia, a hacer frente al robo de identidad. Por ejemplo, la FACTA exigió a los emisores de tarjetas de débito y crédito que tomaran medidas adicionales para validar y confirmar los cambios realizados en la dirección de los clientes, en un esfuerzo por reducir las actividades fraudulentas.
¿Cuáles son las sanciones por violar la FACTA?
Los prestamistas, emisores de tarjetas de crédito y débito e instituciones financieras que infrinjan las disposiciones de la FACTA están sujetos a una letanía de sanciones administrativas, monetarias y penales. La FACTA se hace cumplir por la Comisión Federal de Comercio (FTC), entidad facultada para imponer las siguientes sanciones a los individuos y agencias que incumplan la ley:
- aplicación de la ley federal de hasta 2500 dólares por cada infracción individual
- aplicación de la ley estatal de hasta 1000 dólares por cada infracción individual
- responsabilidad civil de hasta 1000 dólares por cada infracción, así como recuperación total de todos los daños legales para cada consumidor afectado por dichas infracciones
- demandas colectivas de hasta 1000 dólares por cada consumidor afectado, así como los costes judiciales o de abogados
Para dar un ejemplo de la gravedad de las multas que pueden imponerse a individuos y organizaciones como resultado de una violación de la FACTA, Laboratory Corporation of America Holdings (LabCorp) fue obligado a pagar 11 millones de dólares en un acuerdo preliminar en 2015 por incluir la fecha de caducidad de las tarjetas de crédito en los recibos que proporcionaban a sus clientes. Asimismo, la popular aerolínea Spirit Airlines se vio obligada a pagar 7.5 millones de dólares en un acuerdo preliminar en 2015, por no eliminar los siete primeros dígitos de los números de las tarjetas de débito y crédito de los clientes en los recibos que les entregaba. Ambos casos ilustran la severidad de la FACTA, pues las empresas, incluso sin ser instituciones financieras o prestamistas, están obligadas a cumplir con la ley en todo momento.
Dado que el robo de identidad era una amenaza relativamente nueva para los consumidores en 2003, la FACTA se aprobó para modificar la Ley de Informes Crediticios Justos, proporcionando a los ciudadanos estadounidenses más protección sobre las formas de información personal que comparten con los prestamistas y otras instituciones financieras. Aunque muchas de las disposiciones y estipulaciones de la FACTA se han convertido en algo habitual en 2021, como garantizar la confirmación de los clientes cuando estos modifiquen su dirección física o postal, dicha normativa fue, sin embargo, muy innovadora en su tiempo. Dado que el robo de identidad no ha hecho más que crecer en importancia y alcance desde la aprobación de la FACTA en 2003, la ley llegó sin duda en un momento muy necesario de la historia de Estados Unidos. A través de la FACTA, los ciudadanos estadounidenses tienen una vía de recurso para proteger su información financiera y, a su vez, su privacidad y seguridad.