Historia de la transcripción

Historia de la transcripción

La transcripción se define como la representación sistemática del habla en forma escrita. La transcripción puede proceder de multitud de fuentes, desde textos extensos en un sistema de escritura complicado hasta simples enunciados. Además, la transcripción es una de las principales metodologías de la lingüística como disciplina académica. Por su parte, los seres humanos han realizado diversas formas de transcripción durante miles de años.

Las primeras formas de transcripción de las que se tiene constancia se remontan a Egipto en el año 3400 antes de Cristo. En el antiguo Egipto, los escribas se dedicaban a escribir las leyes y la historia que les entregaban los reyes y aristócratas de la época. Estos escribas asistían a la escuela y dedicaban su vida a aprender y perfeccionar la escritura hierática jeroglífica de su época. En lugar de utilizar bolígrafo y papel para completar el proceso de transcripción, estos antiguos escribas utilizaban tablillas de piedra o papiro y pinceles de caña.

La historia de la transcripción como herramienta para la religión

Con el auge de las religiones organizadas a lo largo de la historia de la humanidad, los escribas que podían preservar las tradiciones orales y las costumbres asociadas a estas religiones fueron muy solicitados. Por ejemplo, los escribas del judaísmo eran conocidos como “sofers”. A medida que los israelitas fueron formando su identidad y sus prácticas culturales con el telón de fondo del exilio babilónico, estos sofers se convirtieron en unos de los miembros más importantes de la sociedad judía. Gracias al trabajo de los escribas, los textos religiosos llegaron hasta nuestros días.

Como saber leer y escribir era algo reservado en gran medida a la nobleza, los escribas establecían un puente de comunicación entre los gobernantes y sus súbditos. Además, como la religión desempeñaba un papel mucho mayor en la vida cotidiana de la Antigüedad del que tiene en la actualidad, la labor de estos escribas era aún más relevante. El escriba actuaba como una especie de enlace entre el rey, las instituciones religiosas y la gente común. Sin el escriba, la información nunca habría podido llegar a la sociedad en general.

La transcripción en el Renacimiento europeo

Cuando la invención de la imprenta en 1439 permitió la difusión masiva por primera vez en la historia de la humanidad, el papel del escriba se amplió aún más. A medida que crecía el interés por la instrucción y la literatura entre los adinerados, surgió una demanda de obras clásicas. Los escribas se encargaron entonces de reproducir estas obras clásicas, ya que las personas querían tener sus propias copias de los textos literarios a los que pudieran acceder sin tener que acudir a la iglesia u otro lugar público. Esta demanda de reproducción de obras clásicas llevó a muchos escribanos a especializarse en una forma de transcripción llamada taquigrafía.

La taquigrafía es un método de escritura abreviada que aumenta enormemente la velocidad de transcripción. El método es también conocido como estenografía y entre las personas notables que hicieron uso de este se encuentran Isaac Newton, Samuel Pepys y Charles Dickens. Es posible que muchas personas hayan oído hablar del uso de la taquigrafía por parte de los taquígrafos judiciales que transcriben los detalles de un caso penal en curso. El uso de la taquigrafía permitió a los taquígrafos realizar más trabajo que nunca, ya que el tiempo necesario para transcribir un solo texto disminuyó enormemente. Y lo que es más importante, el desarrollo de este nuevo método hizo que la transcripción fuera más accesible.

La invención de la máquina de escribir y la transcripción

La invención de la máquina de escribir por parte de Christopher Latham Sholes en 1867 rompió aún más las barreras de entrada a la disciplina de la transcripción. Aunque la taquigrafía es mucho más rápida que la transcripción de cada palabra hablada, sigue siendo un proceso manual. Gracias a la innovación tecnológica de la máquina de escribir, se pudo documentar la información mucho más rápido de lo que cualquier persona pudiera haberlo hecho a mano. En 1873 Sholes firmó un contrato con el famoso armero E. Remington e introdujo las máquinas de escribir al público. Esto no sólo fue una hazaña tecnológica, sino también el catalizador de un pequeño cambio social.

Antes de la invención de la máquina de escribir, había un total de siete taquígrafas en todo Estados Unidos. En los años siguientes las mujeres llegarían a constituir el 40% de todos los mecanógrafos. Esta tendencia siguió creciendo y en 1910 el 81% de la mano de obra de mecanografía del país estaba formada por mujeres. El éxodo de las mujeres del hogar al lugar de trabajo desempeñó un enorme papel en la evolución de la máquina de escribir y de la propia disciplina de la taquigrafía. Por primera vez en la historia, el ciudadano de a pie pudo transcribir información por sí mismo.

La transcripción en la era de los ordenadores

Con la aparición de los ordenadores y, a su vez, de los programas de tratamiento de texto en la década de 1980, el mundo de la transcripción se vio alterado una vez más. Mientras que los mecanógrafos habían funcionado como cualquier otro empleado de empresa durante décadas, el auge de internet significó que la función podía realizarse ahora desde casa. Los archivos podían descargarse desde cualquier fuente en línea y transcribirse en cualquier momento sin necesidad de un espacio de trabajo físico. Además, la tecnología incorporada en muchos de los programas permitía al transcriptor revisar su trabajo, un proceso que antes tenía que hacerse manualmente.

Hoy en día existen muchos programas que transcriben automáticamente los archivos en cuestión de minutos. Estos programas utilizan tecnología punta y funciones de inteligencia artificial para convertir cualquier clip de audio o video en una transcripción. Además, aunque las opciones iniciales de programas de procesamiento de texto se limitaban a los ordenadores, ahora se puede acceder a dichos programas desde multitud de dispositivos, como tabletas y teléfonos inteligentes. Por tanto, en la actualidad es más fácil que nunca transcribir un archivo de video o audio con la mayor precisión y eficiencia posible.

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