Multa de 50 millones de dólares a Google por violación de la privacidad

Multa de 50 millones de dólares a Google por violación de la privacidad

El mes pasado se anunció que la multinacional tecnológica Google había acordado pagar 60 millones de dólares australianos (42,7 millones de dólares estadounidenses) en concepto de sanciones pecuniarias como culminación de una larga disputa legal entre la empresa y la Comisión Australiana de la Competencia y el Consumidor (ACCC), el principal organismo de control de la competencia del país. A principios del año pasado, Google fue acusada de engañar parcialmente a los consumidores australianos sobre la forma en que la empresa recopilaba sus datos de geolocalización. Asimismo, un tribunal federal de Australia dictaminó que “Google siguió recopilando el “Historial de ubicaciones” en algunos teléfonos Android y Pixel, incluso para los clientes que marcaron “No” o “No recopilar” en su configuración” en abril de 2021.”

Posteriormente, la supuesta incapacidad de Google para comunicar las formas en que sus aplicaciones y dispositivos estarían recopilando y reteniendo los datos personales de los ciudadanos australianos de una manera directa y completa constituyó una infracción de la Ley del Consumidor de la nación. Por otra parte, un portavoz de la empresa emitió un comunicado en el que afirmaba: “Proporcionamos controles sólidos para los datos de localización y siempre intentamos hacer más; por ejemplo, recientemente hemos introducido opciones de borrado automático para el historial de localizaciones, lo que facilita aún más el control de tus datos”. No obstante, la empresa fue condenada a pagar una cuantiosa multa que el juez Thomas Thawley consideró “justa y razonable”.

Repetidas violaciones de la privacidad

En cuanto a este último punto, las acusaciones de violación de la privacidad que la ACCC dirigió por primera vez contra Google a principios de 2021 distan mucho de ser las únicas infracciones de este tipo en las que se ha visto implicada la empresa en los últimos años. Por ejemplo, Google ha sido acusada de tergiversar las formas en que había estado recopilando los datos de localización de los consumidores en EE.UU. y Francia, respectivamente. Empezando por EE.UU., el fiscal general de Arizona, Mark Brnovich, presentó una demanda contra el gigante tecnológico en mayo de 2020 bajo la premisa de que Google había utilizado “prácticas engañosas y desleales empleadas para obtener los datos de localización de los usuarios, que luego Google explota para su lucrativo negocio publicitario”.

Por otro lado, el Centro Europeo para los Derechos Digitales (NOYB), una organización sin ánimo de lucro con sede en Viena (Austria), alegó que Google había violado las disposiciones del GDPR al utilizar supuestamente los teléfonos inteligentes Android de la compañía para rastrear las actividades en línea y fuera de línea de los consumidores dentro de Austria de acuerdo con códigos publicitarios únicos. Además, la demanda presentada por NOYB contra Google afirmaba que estos códigos publicitarios se compartían y vendían a terceros, lo que generaba ingresos para la empresa. Dado que la mayoría de los países europeos están bajo la jurisdicción del GDPR, Google infringió la ley al no obtener el consentimiento de los consumidores de la región antes de vender sus datos personales.

Responsabilidad y transparencia

Independientemente de la naturaleza de las acusaciones que se han formulado contra Google en los últimos años en relación con la protección de datos y la privacidad personal, o del país concreto en el que se hayan formulado dichas acusaciones, casi todas ellas se basan en la idea de que Google no representa de forma honesta o transparente la forma en que obtiene la información personal de los consumidores. En este sentido, aunque Google, al igual que otras grandes empresas tecnológicas como Microsoft y Apple, proporciona a sus millones de usuarios una política de privacidad orientada a salvaguardar su información personal, estas políticas son a menudo extremadamente largas y están llenas de confusa jerga legal.

Peter Lewis, un activista público que trabaja con el think tank Australia Institute, se hizo eco de estos mismos sentimientos al afirmar que “la realidad es que la mayoría de la gente tiene poca o ninguna idea de cuántos de sus datos están siendo utilizados por Google y las plataformas en línea. Las investigaciones del Australia Institute demuestran que se necesita una formación universitaria y que se tarda una media de 74 minutos en leer la mayoría de los términos y condiciones”. Como resultado de las discrepancias entre la forma en que empresas como Google se presentan a sí mismas como protectoras de la información personal de sus usuarios y lo que la realidad de la situación ha demostrado ser, muchos consumidores se han encontrado con que su información personal fue recopilada incluso después de haber seleccionado la opción de no recopilar que está presente dentro de la multitud de productos y servicios que Google ofrece.

Dado que la información personal de los trabajadores se ha convertido en una especie de cuasi-moneda en medio de nuestra actual era digital, es comprensible que una gran empresa tecnológica global como Google sea acusada de violación de la privacidad en algún nivel. Sin embargo, este hecho no niega los requisitos legales que deben cumplirse cuando se realizan negocios en una parte concreta del mundo, ya que cada nación tiene derecho a determinar qué constituye una invasión de la privacidad dentro de su jurisdicción. Por esta razón, aunque la multa que Google ha sido condenada a pagar en Australia es la última de este tipo de acontecimientos, seguramente no será la última.

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