Formación sobre pruebas | Formación de reciclaje
Crear planes de formación eficaces y ponerlos en práctica puede llevar mucho trabajo. No basta con saber qué hay que formar y cómo redactar un esquema de formación. Hay que entender a los destinatarios, saber cuál es la mejor manera de transmitir las necesidades de la agencia a sus oyentes y, además, formar de manera que la información pueda recordarse después de meses de separación de la pizarra. En este artículo, analizaremos una forma básica de esbozar la formación de “refresco”, una de las tendencias emergentes en la cultura actual de formación de las agencias.
Definición de formación de actualización
La definición de formación de refresco establece que se trata de una instrucción destinada a recordar la formación anterior y a actualizar las aptitudes y los conocimientos sobre el tema. El concepto refleja las limitaciones de tiempo y reconoce que el alumno ya ha recibido una formación más larga y formalizada sobre el tema y debe saber cómo realizar las funciones básicas con un mínimo de supervisión o instrucción. Se supone que la formación de refresco aborda aquellos puntos en los que el alumno tiene un conocimiento más débil o ha perdido eficacia debido a las tasas de desgaste de habilidades en el mundo real.
Pero, ¿cómo definimos ese desgaste? ¿Cómo sabemos en qué áreas flaquea nuestro personal? ¿Cómo diferenciamos entre los puntos débiles de un agente individual y los de toda la agencia?
Entradas y resultados del sistema de gestión de pruebas
Nuestro sistema de gestión de pruebas debería ser capaz de responder a todo esto. Debe ser capaz de localizar dónde han introducido los agentes información incorrecta. Por ejemplo, ningún sistema debe permitir una fecha u hora inexactas. Una vez introducidas la fecha y la hora de un artículo, deben coincidir con las del paquete. Pero digamos, por ejemplo, que un agente introduce una fecha y hora que son aceptables para el sistema, pero que no coinciden con lo que figura en el paquete. Su sistema debería permitir marcar que hay un error de entrada. Si un funcionario introduce un lugar de almacenamiento inadecuado, el sistema también debería identificarlo. Pero tal vez eligió un lugar de almacenamiento que sería aceptable para el artículo, pero no es donde ese artículo se almacena. Una vez más, su sistema debería permitirle marcar esto como un error y devolverlo al agente para que lo corrija. Se trata de pequeños errores administrativos, y cada organismo debe sopesar si se trata de problemas de formación de buena fe, o si es simplemente un error. Los agentes productivos trabajan deprisa y pueden cometer errores; aunque merece la pena señalárselo específicamente, puede que no sea necesario convertirlo en un bloque de formación. Usted debe decidir. Pero, ¿y si un agente introduce dinero y, al examinarlo, queda claro que ha introducido una cantidad incorrecta? Ese puede ser un punto de formación real a cubrir. Cualquier sistema debería permitir a los agentes introducir la cantidad de cada denominación de moneda que van a utilizar como prueba. Ese sistema debería hacer los cálculos por ellos, lo que elimina algunos de los posibles errores de entrada que podrían producirse. Sin embargo, podrían contar mal las cantidades, y cuando se trata de dinero, los organismos reciben demasiadas palizas por ello como para no tener un sistema que cree múltiples puntos de control a lo largo del camino para garantizar que se ha producido un recuento exacto, y que cada persona a lo largo del ciclo de vida del dinero en la sala de pruebas ha verificado que la cantidad introducida es la cantidad almacenada, es la cantidad cuando llega la orden del juez que permite la disposición.
Cuando se trata del embalaje, debemos decidir mediante inspección física si el artículo cumple las normas. Y aquí es donde se originan la mayoría de nuestros “momentos de formación” con el personal de línea. Aunque las entradas y los errores forman parte de esa formación, más que cualquier otro aspecto de la entrada de pruebas, el embalaje siempre marcará el camino.
Formación
Suponiendo que hayamos investigado sobre los temas que hemos tratado durante un periodo determinado, a la hora de impartir formación de repaso, deberíamos enseñar en proporciones de tiempo. Por cada x minutos de embalaje, tenemos x minutos de entrada, x minutos de estudio de casos (ejemplos), x minutos de objetivos de evidencia y logros en revisión.
Si aplicamos esto a un periodo de instrucción, digamos dos horas, podría ser así: 3 minutos de embalaje, 1 minuto de entrada, 1,5 minutos de ejemplos, 0,5 de objetivos y logros, basados en la revisión de los datos de nuestro sistema. Esto equivale a seis minutos, lo que nos ayuda a llegar a nuestra ecuación. Tomamos 120 minutos, que representan nuestro bloque de dos horas, y lo dividimos por seis, con lo que obtenemos el número 20. A continuación lo multiplicamos por cada uno de los minutos asignados a cada componente de la formación que hemos descrito. A continuación, multiplíquelo por cada uno de los minutos asignados a cada componente de la formación que hemos descrito. Nuestros totales deberían parecerse a: 60 minutos de embalaje, 20 minutos de entrada, 30 minutos de ejemplos, 10 minutos de objetivos y logros. Una vez obtenidas estas cifras, podrá decidir si desea añadir o reducir tiempo a alguno de los componentes. Incluso es posible que, a la vista de las cifras y basándose en lo que sabe de su personal de línea, ni siquiera necesite el bloque completo de dos horas. Y eso podría hacerle ganar algunos amigos.
Conclusiones
Llegar a una fórmula adecuada para la formación de reciclaje no tiene por qué ser un gran quebradero de cabeza. Utilizar los pasos y la investigación para llegar a su plan es una forma de eliminar algunas de las largas reflexiones que pueden ralentizar su progreso. Dejar que los datos del organismo dicten su formación es útil y eficaz. Pero también es importante conocer las necesidades del personal de la agencia, y cuando se tienen en cuenta ambos aspectos, se resuelven más problemas de los que se crean.
¡Cuídate!